Diez consejos para recorrer a pie
el Camino de Santiago

El pasado 2017, 301.036 peregrinos recorrieron el Camino de Santiago, de los cuales más del 90% lo realizaron a pie, un 8% más que en el 2016 y los últimos datos de mayo de este 2018 (40.665) hace prever que este dato no va a parar de crecer este año. Esta tendencia demuestra la popularidad que siguen adquiriendo las distintas rutas jacobeas como una alternativa en la que invertir las vacaciones.

Si tú también estás pensando en echarte la mochila al hombro, calzarte las botas y lanzarte a andar, aquí tienes diez consejos para que tu experiencia sea perfecta. ¡Buen camino!

Parece una obviedad, pero la variedad de rutas que convergen en Santiago de Compostela va mucho más allá del tradicional Camino Francés, que parte de Saint Jean Pied de Port y puede realizarse empleando para ello entre 25 y 31 días.

Quienes tengan menos tiempo y estén acostumbrados a la actividad física, pueden optar por el Camino Primitivo, que parte de Oviedo y cuenta con algunas etapas de montaña de gran belleza.

Otra opción que no deja de crecer es la del Camino Portugues, que muchos inician en la localidad de Tui, desde donde sólo son necesarios 5-6 días para alcanzar la plaza del Obradoiro.

La mayoría de los Caminos oficiales están recopilados en esta web.

¿Haces deporte habitualmente? Enhorabuena, puedes pasar al siguiente punto. De lo contrario, te recomendamos que comiences a realizar ejercicio de forma regular algunos meses antes de empezar tu travesía. La intensidad de esta preparación dependerá fundamentalmente de tu edad, tu forma física inicial y el Camino que escojas.

Una idea para prepararte para el camino es hacer visitas al campo y hacer etapas similares en largo y dificultad en fines de semana. Esta es una gran forma de entrenar a la vez que te ayudará a comparar la fauna entre tu zona y una vez que vayas a la región del norte de la Península.

Esta expresión popular debería ser de lectura obligatoria para todo peregrino. En la mayoría de las guías y páginas de recomendaciones leerás que el peso máximo de la mochila debe ser el 10% de lo que pese la persona que la porte. Esto es cierto, pero aún más lo es que te arrepentirás de cada gramo demás que portes contigo.

Recuerda que podrás lavar la ropa en la mayoría de los albergues y que, en función de la época del año, puedes utilizar un saco de dormir más liviano. Por otra parte, a lo largo del Camino encontrarás poblaciones en las que comprar lo que vayas necesitando. Ya lo sabes, los “por si acasos” se dejan en casa.

Si eres de los que odian madrugar, seguramente no entenderás que haya peregrinos que se despierten a las 6 de la mañana para comenzar una caminata que finalizarán en torno a las 1 del mediodía. ¡Si tienen todo el día para andar! Cierto, pero dependiendo de la época en que decidas realizarlo, normalmente a las 12 del mediodía el calor empieza a convertirse en un problema y que andar con el estómago lleno, ni apetece, ni te hace más rápido. Por último, si no conoces la zona y quieres poder pasar la noche en uno de los albergues del pueblo o ciudad de destino, tendrás que recordar que hay que registrarse y muchos de los albergues se rigen por orden de llegada. Así que no apures o puede que tengas que pasar la noche bajo las estrellas.

Además, en Galicia la neblina de las primeras horas del alba esconde los misterios del bosque y de la Santa Compaña… ¡Es mágico!

Elige el calzado adecuado

Hasta hace unos años la opción mayoritaria a la hora de recorrer estas sendas eran las botas de montaña, pero últimamente se empiezan a imponer otros calzados más cómodos y livianos. La mayoría de las rutas jacobeas pueden realizarse con zapatillas de montaña impermeables siempre que la climatología no sea especialmente desfavorable.

Es más, muchos tramos se recorren sin problema alguno con unas simples zapatillas deportivas. Elijas la opción que elijas, el calzado debe haber sido usado con anterioridad si no quieres que las ampollas se conviertan en un molesto compañero de viaje.

De la buena salud de tus pies dependerá en gran parte que alcances Santiago de Compostela o tengas que regresar de forma anticipada a casa. Cada maestrillo tiene su librillo: cambio frecuente de calcetines, uso de diferentes cremas, empleo de tejidos especiales… pero nosotros vamos a recomendarte un método de cuidado especialmente eficaz.

Antes de comenzar a caminar, unta tus pies en vaselina (puedes encontrarla en cualquier farmacia), colócate el calcetín y esparce polvos de talco en el interior del calzado que vayas a utilizar. De este modo, evitarás las rozaduras y el sudor.

Una vez que finalices la etapa, dúchate prestando especial atención a la limpieza de tus pies y pasa el resto del día con calzado cómodo y que permita a tus pies transpirar: chancletas, sandalias, alpargatas…

Algunos accesorios pueden ser muy útiles en momentos determinados. Toma nota: unos tapones para aislarte del ruido (especialmente ronquidos) en los albergues, una pequeña cuerda para tender la ropa, una linterna frontal para caminar al amanecer, un pequeño botiquín y una navaja para preparar bocadillos o pelar fruta.
A lo largo de tu ruta encontrarás albergues en los que podrás dormir por menos de cinco euros e incluso por la caridad. Tendrás muchas menos comodidades que en casa, menos incluso que en una pensión, pero has de recordar que muchos de los hospitaleros, las personas que se encargan de los albergues, son voluntarios que dedican sus vacaciones a hacer más fácil las suyas a muchos otros. Sé agradecido y olvida las exigencias para otro tipo de viajes.
La catedral de Santiago

Tanto si has viajado antes allí, como si no, conviene reservarse un día para disfrutar de la ciudad del apóstol. Te será muy útil para despedirte de los amigos que hayas hecho con una buena comida, patear el casco histórico, presenciar la misa del peregrino, comprar suvenires o recoger la Compostela que te acredite como peregrino.

Cuenta con que recoger la Compostela puede llevarte una hora de esperar colas.

La peregrinación a Santiago va mucho más allá de su componente físico. Olvida la competitividad y disfruta compartiendo momentos con conocidos y extraños. Combina etapas largas con otras más cortas (especialmente los primeros días), haz amigos, habla con los lugareños que vayas encontrando, saca fotos, échate una siesta bajo la sombra de un árbol, contempla el patrimonio cultural y artístico de las distintas regiones… ¡Vive la magia del Camino de Santiago!
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