Rituales de fuego y agua: así celebra España la noche más mágica del año

No hay noche más mágica que la noche de San Juan. Aunque el solsticio que marca el principio del estío se produce cada año alrededor del 21 de junio, el calendario cristiano es culpable de que la llegada del verano se celebre unos días después coincidiendo con la conmemoración del nacimiento de San Juan Bautista, seis meses antes del día de navidad. Y se celebra por todo lo alto, con ritos ancestrales en los que los elementos (el fuego, principalmente, pero también el agua) purifican y protegen, conceden deseos y tienen el poder de otorgar dones como la salud, la fertilidad o la buena suerte.

¿Por qué recibimos el verano con fuego? En España se entremezclan las tradiciones pagana y cristiana. En la primera, las hogueras se encendían con intención de ayudar al sol, que empezaba a perder fuelle tras el día más largo del año. La tradición cristiana, por su parte, rememora la hoguera que Zacarías encendió, según las escrituras, para anunciar el nacimiento de su hijo Juan.

Por todo ello, cuando el sol se pone, pasadas las 10 de la noche, las hogueras brotan, aquí y allá, por toda la piel de toro, en distintos rincones de nuestras ciudades y de nuestros pueblos, cada uno con sus motivaciones y tradiciones, en un ambiente festivo. Para más de uno, la noche más corta del año es también la más larga. Os proponemos viajar a tres puntos de la península donde las celebraciones de la noche de San Juan tienen un especial arraigo:

La celebración de San Juan en La Coruña enraíza también con la tradición celta. La algarabía del día (desfiles, comparsas, pasacalles) es el preludio de lo que vendrá por la noche. Al caer el sol, en las playas de la ciudad (Riazor, Orzán…), las hogueras se cuentan por cientos: arderán toda la noche para espantar a los malos espíritus.

La sardina asada es el menú oficial de la velada y quién sea supersticioso no puede dejar de participar en los rituales asociados a esta fiesta, como el de saltar la hoguera (siempre un número impar de veces) o recoger flores y plantas para dejarlas sumergidas en agua, a la luz de la luna, y lavarse con ella el agua a la mañana siguiente para purificar la piel y ahuyentar enfermedades.

Se dice que el fuego, como con el amor, tiene el poder de multiplicarse sin gastarse. Eso es lo que pasa en la cordillera pirenaica en la noche de San Juan, en la que más de medio centenar de pueblos se apuntan a la celebración. Al caer la noche, desde las cumbres en las que se encienden las primeras fogatas descienden antorchas que portan los jóvenes, quienes van prendiendo hogueras a su paso, creando un camino de luz en las laderas de las montañas. La fiesta está considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco.
En Alicante hay que esperar un poco más: la noche grande de las fiestas de Alicante es la que va del 24 al 25. El comienzo de la velada lo marca una palmera blanca de fuegos artificiales, el espectáculo pirotécnico que da comienzo con la media noche. Al finalizar, se queman las fallas, grandes monumentos de cartón y madera con componente satírico que han estado antes expuestos en las calles de la ciudad. No tengan miedo del calor: los bomberos se encargan de mitigarlo con sus mangueras
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