También conocido como trombosis del viajero, este mal es frecuente en personas que viajan habitualmente en avión. Aunque puede darse el caso en personas que viajan en otros medios de transporte, es más habitual entre aquellos que lo hacen en el aéreo debido a la poca humedad dentro del habitáculo y a la disminución relativa de la presión barométrica.
Este problema médico se produce porque, al haber tan poco espacio para mover las piernas en los aviones, la circulación sanguínea de estas extremidades se ralentiza y la sangre se espesa, pudiendo llegar a formar coágulos si el viaje es muy largo. El mayor peligro reside en el hecho de que estos coágulos pueden ser liberados y acabar provocando una embolia de pulmón.
Según informa la Fundación Española del Corazón, este tipo de problema rara vez se produce en personas que no tengan factores de riesgo (la tasa de prevalencia en estos casos es inferior al 1%), pero sí que puede aparecer en personas con sobrepeso, edad avanzada, hipertensión, enfermedades cardíacas o de circulación, fumadores, personas que consumen grandes cantidades de alcohol, recién operadas o aquellas que tomen un tratamiento de estrógenos o anticonceptivos orales. En estos casos de alto riesgo la tasa de prevalencia aumenta hasta el 4% o 5%.
Además de estas recomendaciones estándar, también invitan a aquellos viajeros que tengan factores de riesgo alto que utilicen medias o calcetines de compresión y que tomen una pastilla de ácido acetilsalicílico antes, durante y después del viaje.